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22 de abril de 2007

"Mi planeta está sucio, compra otro"

Y... pues demos comienzo a la nueva andadura de este blog y, de paso, dejen que haga mi debut en el mismo con un artículo sobre un tema que últimamente me llama mucho la atención: el modo en el que algunos medios tratan el fenómeno del Cambio Climático.

En mi habitual repaso diario a las ediciones digitales de la mayoría de medios de prensa escrita, ya hace varios meses que me encuentro con cosas como esta. El medio en el que aparece se prodiga bastante en análisis y -vamos a ser generosos- noticias del mismo estilo, pero elijo este en concreto porque forma parte del editorial del mismo y uno puede concluir que sintetiza a grosso modo la línea seguida por el periódico al respecto.

Nuestros amiguitos introducen el tema con una comparación algo extraña y, por no perder la costumbre, ciertamente anacrónica. El autor nos ilustra con la siguiente sentencia:

Si la economía fue definida en el siglo XIX como "la ciencia funesta", no cabe duda de que la climatología hace ya años que le ha arrebatado ese cetro. Curiosamente, o no, comparten métodos. Ambas han predicho el futuro con gran confianza en su capacidad de hacerlo, y con graves errores para los que luego debían buscar explicación. Ambas utilizaban para ello modelos matemáticos que reflejaban más las intenciones de sus creadores que la realidad que pretendían predecir.

A juzgar por los conocimientos científicos vertidos en tal aseveración, es de suponer que el autor se basa en el mismo 'resumen para legisladores' que él mismo critica, mostrando el doble rasero al que ya nos tienen acostumbrados: es malo para ponerlo en práctica pero válido para criticarlo. En el plano púramente matemático, que es el mío, la pifia es bastante considerable: cierto es que los modelos matemáticos que rigen el comportamiento de la economía y del clima son comparables a nivel formal: ésto es, la teoría matemática de la que parten es la misma. Sin embargo, y aunque los métodos usados tanto para la mecánica celeste como para el comportamiento de la economía a lo largo del tiempo son, al final, más estadística que ciencia exacta; no es menos cierto que la economía está sujeta a un factor al que la mayoría de procesos del Universo no están sometidos: el efecto de decisiones tomadas por seres humanos. Así pues, por muy atinada que sea una predicción económica, siempre puede ocurrir un revés geopolítico o sociológico que dé al traste con las predicciones realizadas. Sin embargo, tal eventualidad no podría nunca afectar el movimiento de, por ejemplo, un fluido.
Ojo, que esto no quiere decir que el clima cambie independientemente de lo que hagamos los humanos. Esto sólo quiere decir que, conociendo la ciencia que hay detrás de la climatología y sabiendo los efectos que causan sobre la misma las acciones humanas, una predicción a largo plazo -ya no tan largo- de cómo va a cambiar el clima es incomparablemente más atinada que la que podríamos hacer de una tendencia económica. Todo eso, claro, obviando que no podemos comparar la matemática del Siglo XIX con la actual y quedarnos tan anchos.
Así pues, mal vamos quiriendo hacer pasar ese análisis basado en unos supuestos conocimientos matemáticos del autor (que, por supuesto, no muestra) como algo serio. Claro que, si disponemos de un grupo de personas dispuestas a creerse lo que escribimos y, encima, lo aderezamos con un a modo de amago de conocimiento de causa, mejor que mejor.

Miren ustedes: uno, si algo ha aprendido de las matemáticas, es que nunca mienten. Para mí es la mayor magia que tienen: si algo está probado matemáticamente ya puede ponerse quién quiera como quiera, que eso es ya una verdad inmatizable e incuestionable; y si un procedimiento matemático aplicado adecuadamente nos dice que va a ocurrir un determinado cambio, entonces tengan por seguro que así va a ocurrir. Pero el tema no es ese. El tema es que, hoy por hoy, no hace falta ni molestarse en entrar a cuestionar la validez de un procedimiento científico o matemático para decidir sobre si el Cambio Climático es real o no, o si es tan malo como dicen. Ahora mismo, nada más hace falta mirar alrededor: mirar, por ejemplo qué ropa llevo a día de hoy y qué ropa llevaba el mismo día de hace 10 ó 20 años. El Cambio Climático no es una hipótesis, o una posibilidad "que ya llegará". Actualmente, el Cambio Climático es un hecho. Y no es menos cierto que ha empezado ahora que los humanos hemos tenido una serie de comportamientos que, por otra parte, y de un modo más que irónico, ya sabíamos que perjudicarían el medio de algún u otro modo.

El caso es, que una cosa es que me nieguen una verdad política, una ley, un delito, o un hecho más o menos probado por un tribunal; a través de conspiraciones varias y demás pajas mentales: ya me repatea el estómago, pero puedo casi entenderlo y, a veces, hasta tolerarlo. Con apartar de mis ojos lo que estoy leyendo, me basta; y ni yo ni nadie del vulgo va a resultar más perjudicado. Ahora bien, lo que de verdad no trago es que se niegue una evidencia abrumadora como el Cambio Climático. Eso es insultar mi inteligencia y la de todos los que estamos leyendo. Y lo peor es que hacerlo con el vano objetivo de desviar la atención porque a no sé quién le interesa que se siga manteniendo no sé qué negocio multimillonario para el cual una relación directa con el Cambio Climático sería desastrosa, es totalmente absurdo y raya lo surrealista -y no entro en si es moralmente correcto o no- ¿es tan difícil colegir que, si no hay planeta, no habrá en qué gastarse los beneficios dados por ese negocio?

Quizás los neocón hayan decidido apuntarse a la tesis de John Travolta que, tras recorrer los cielos en su jet privado, espetó en una rueda de prensa: "el Cambio Climático es un hecho, tal vez deberíamos plantearnos seriamente el abandonar nuestro planeta e irnos a vivir a Marte" (!) . Esto es como el Payaso Krusty de Los Simpson, que en un episodio le dice a su agente algo así como "Mi casa está sucia, compra otra". Pues, nosotros (por decir algo), sigamos destruyendo el planeta para poder seguir ganando dinero a mansalva. Si llega el momento en el que el planeta está demasiado sucio, seguro que habremos ganado lo suficiente como para comprarnos uno nuevo.

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